plantas medicinales y zoofarmacognosia

¿Alguna vez te has preguntado cómo “descubrimos” propiedades medicinales en una planta?… ¿quién, por vez primera, comprendió para qué y cómo utilizarlas? Por más extraño que pueda parecer, parte de la respuesta la tienen los animales.

Las plantas nos han acompañado siempre y, antes de que las civilizaciones más antiguas documentaran su uso medicinal, los neandertales ya se curaban con plantas; de hecho la evidencia arqueológica indica que los humanos utilizaban plantas medicinales desde el Paleolítico, hace aproximadamente 60.000 años.

Entonces, ¿cómo fue este proceso?

Además de un largo prueba-error, aprendimos mucho de las plantas por observación de su íntima relación con los animales que ya las conocían bien.

Se dice que los orígenes de la herbolaria tienen sus raíces en lo más profundo del reino animal. Tanto en el folclore como en la literatura científica abundan relatos, informes y observaciones sobre el uso medicinal de plantas por parte de animales salvajes y domésticos. Y, si lo pensamos bien, esto tiene bastante sentido… Desde un punto de vista evolutivo, la preservación de la salud es un principio básico de supervivencia y es lógico que todas las especies desarrollen diversas formas de protegerse y sanarse.

La zoofarmacognosia es la ciencia de la auto-medicación animal: un término acuñado a principios de los 70 que viene de las raíces griegas zoo [animal] + pharma [fármaco] + gnosis [saber, conocimiento].

 

desde el más pequeño insecto hasta los grandes depredadores…

Fig 1. Probablemente partiendo de los artrópodos, en algún punto de su historia co-evolutiva, los animales comenzaron a aprovechar el arsenal químico del reino vegetal para protegerse y mejorar su propia aptitud reproductiva.

Desde la mariposa monarca que ingiere Asclepias con glucósidos cardíacos que enferman a las aves condicionándolas a no alimentarse de ellas; hasta la mariposa danaine que no sólo utiliza plantas para defenderse de depredadores, sino como tratamiento hormonal —ya que se ha demostrado que los machos dependen de ciertos alcaloides vegetales para la síntesis de un componente de feromonas necesario para el cortejo—, muchos animales han aprendido a protegerse y aumentar sus probabilidades de supervivencia directamente del reino vegetal.

Algunas hormigas no sólo utilizan plantas para curarse, sino también de manera preventiva: aunque las ramitas y las piedras comúnmente se encuentran disponibles en su entorno, diseñan sus hormigueros con grandes cantidades de resina de coníferas (que inhibe el crecimiento de bacterias y hongos) pero, a diferencia de los meses de otoño (cuando recolectan ramitas y resina a la misma velocidad), durante la primavera aumentan la recolección de resina para prevenir infestaciones futuras.

Las abejas melíferas también diseñan sus colmenas con resinas medicinales (mejorando su respuesta inmune) y, cuando se enfrentan al parásito Ascophaera apis, aumentan significativamente su búsqueda colectiva de resina.

Pero los pequeños insectos no son los únicos en diseñar sus nidos con plantas medicinales. Muchas aves seleccionan material de anidación rico en agentes antimicrobianos, por ejemplo, los estorninos prefieren zanahoria silvestre (Daucus carota) para recubrir sus nidos —y se ha observado que dichos polluelos tienen mejores niveles de hemoglobina en comparación con los que no han sido expuestos a esta planta. Por su parte, los gorriones que normalmente cubren sus nidos con árbol de neem (Azadirachta indica), durante un brote de malaria prefieren el árbol de Ponciana (Caesalpinia pulcherrima), rico en quinina —un conocido agente para controlar síntomas de malaria.

Los coatíes de nariz blanca frotan vigorosamente su pelaje con la corteza recién raspada del caraño (Trattinnickia aspera) para matar pulgas, garrapatas, piojos y mosquitos; mientras que los jabalíes desentierran y comen raíces de algodoncillo (Asclepias incarnata) —ampliamente utilizada en herbolaria para eliminar lombrices y parásitos— y sus parientes domésticos, los  cerdos, desentierran y comen las raíces de granada que contienen un alcaloide tóxico para los parásitos intestinales.

Fig 2. Las mariposas monarca adultas ponen sus huevos en plantas tóxicas para reducir el crecimiento de parásitos y las enfermedades en su descendencia. Esto se ha denominado medicación terapéutica transgeneracional.

Fig 3. Se ha observado que ciertos tipos de helechos son ingeridos por ciervos y otros animales salvajes para combatir infestaciones de gusanos.

Muchos animales domésticos, como los rumiantes, han aprendido a automedicarse contra parásitos gastrointestinales aumentando el consumo de plantas con acciones antiparasitarias… ¿y quién no ha visto a su gato o perro seleccionar y comer plantas para inducir el vómito?

El binomio vegetal-animal es tal que muchas veces sus nombres provienen de dicha interrelación: por ejemplo, el gusano del tabaco ingiere la planta de tabaco para combatir el crecimiento de colonias de la bacteria Bacillus thuringiensis. Por su parte, el chuchupati o raíz de oso (Ligusticum porteri) es conocida porque el oso pardo hace una pasta con ella para repeler insectos y calmar picaduras —se sabe que los indios navajos aprendieron a usarla para tratar infecciones a partir de su observación, y estudios modernos han encontrado más de 100 compuestos medicinales activos en ella. No olvidemos la hierba gatera (Nepeta cataria), que causa una fuerte atracción a gatos domésticos y salvajes, incluidos los tigres.

 

uso profiláctico vs. terapéutico

Los animales conocen íntimamente el mundo vegetal, pero ¿cómo han aprendido a medicarse?

Como nosotros, los animales aprenden mirándose unos a otros. Los primates no humanos adquieren información a partir de la experiencia de otros y, una vez que se reconoce un comportamiento de automedicación eficaz, el proceso de aprendizaje social hace que se propague por el grupo; los miembros más jóvenes aprenden no cuando están enfermos, sino al observar el comportamiento de sus madres y otros miembros enfermos.

Los chimpancés tienen una gran capacidad de empatía y una excelente memoria a largo plazo. En numerosas ocasiones se ha observado que los compañeros de viaje de chimpancés enfermos coordinan sus actividades para mantenerse cerca, pudiendo así observar detalladamente comportamientos de automedicación en contexto y aprendiendo a utilizar plantas medicinales no sólo de manera terapéutica, sino también profiláctica (o preventiva).

Fig 4. Algunas ranas acumulan las toxinas que consumen convirtiendo su piel en un potente mecanismo de defensa.

 

Fig 5. Se ha observado que el oso perezoso y la población local de la India central se intoxican al comer las flores fermentadas de Madhuca, conocidas por sus efectos embriagadores.

absorción y adsorción

Se ha observado que los simios tragan, sin masticar, las hojas enteras de más de 40 especies de plantas.

Algunas veces los chimpancés seleccionan hojas amargas para masticar. No lo hacen de manera regular: la dosifican en pequeñas cantidades para individuos enfermos, también se ha observado cómo la infección por parásitos desciende notablemente después de que mastican hojas de vernonia amarga (Vernonia amygdalina).

Las hojas de aspilia contienen tiarubrina-A, una potente sustancia antiparasitaria; el problema es que, al ingerirla, los ácidos digestivos la descomponen rápidamente. Los chimpancés salvajes han encontrado una solución eficaz y sofisticada: toman las hojas y, en lugar de masticarlas, las enrollan en la boca; luego las tragan en forma de cápsula, utilizando hasta 30 hojas cuando hay muchas larvas aumentando el riesgo de infección.

A pesar de que las lianas de Manniophyton fulvum están disponibles en abundancia durante todo el año, algunos bonobos tragan, sin masticar, tiras del tallo sólo en momentos específicos, en pequeñas cantidades y en una pequeña proporción de bonobos por cada grupo.

Los babuinos de Etiopía utilizan frutos y hojas de dátil del desierto (Balanites aegyptiaca) para controlar la esquistosomiasis (enfermedad aguda del África subsahariana). Sus frutos contienen diosgenina, un precursor hormonal que presuntamente dificulta el desarrollo de los esquistosomas.

Los chimpancés, bonobos y gorilas ingieren cardamomo salvaje (Aframomum angustifolium), seleccionando partes específicas de la planta, al arrancar hojas y romper el tallo para succionar su jugo; estudios de laboratorio mostraron una actividad antimicrobiana significativa en las partes seleccionadas por los primates.

 

animal - humano: un enlace directo

Así, el estudio de los grandes simios africanos sugiere que ciertas plantas se ingieren no de manera incidental, sino directamente por su importante valor medicinal. Y, por si esto fuera poco, muchas veces humanos y primates seleccionan las mismas plantas ante síntomas similares de enfermedad.

Las puntas de las hojas tiernas de akar (Thomandersia laurifolia) son masticadas en raras ocasiones por los gorilas de las tierras bajas del norte del Congo; los habitantes humanos locales las utilizan tradicionalmente como tratamiento para parásitos y fiebres.

La corteza de calabó (Pycnanthus angolensis), ingerida por los chimpancés al oeste de Tanzania, es utilizada por los africanos occidentales como purgante, laxante, tónico digestivo, y analgésico.

Pero esto va más allá de los grandes simios (con quienes compartimos una gran cercanía filogenética):

Los elefantes africanos se automedican para inducir el parto masticando las hojas del árbol del paraíso (fam. Boraginaceae); las mujeres de Kenia preparan un té de este árbol con el mismo propósito.

Cerca del Monte Everest, en el Himalaya, se dice que el uso tradicional de raíz de chota-chand (Rauvolfia serpentina) como antídoto contra la mordedura de serpiente se aprendió al observar a las mangostas alimentándose de ella antes de enfrentarse contra las cobras.

Incluso una planta tan importante como el café (Coffea arabica) llegó a nosotros gracias a la observación de un pastor de cabras de las tierras altas de Etiopía, quien después de observar la actitud de su rebaño al pastar bayas de café silvestre, sugirió su uso estimulante.

Este fenómeno es bien conocido en las plantas con propiedades psicoactiva, por ejemplo, la iboga (Tabernanthe iboga) es una planta sagrada nativa de África Central, cuyo extendido uso por sociedades religiosas de la región se vincula con informes ampliamente difundidos por la población local sobre gorilas, cerdos salvajes y puercoespines que entraban en frenesí al desenterrar e ingerir las raíces.

Fig 6. Hasta nuestros días, los tungustic (indígenas siberianos) consumen el hongo psicoactivo Amanita muscaria destilado en la orina de sus renos.

Fig 7. Proceso de sanación por aplicación tópica de una planta medicinal por parte de Rakus, el orangután de Sumatra que por primera vez fue documentado en cámara.

Y, a pesar de que múltiples casos de zoofarmacognosia han sido recopliados y estudiados por científicos y diversos pueblos desde tiempos antiguos, no existía una documentación en video de dicho comportamiento… hasta ahora.

Aunque tiempo atrás ya se había observado a una hembra de mono capuchino utilizando herramientas cubiertas con una especie de jarabe para curar sus heridas y las de su bebé, recientemente se capturó en cámara por primera vez un comportamiento de auto-unción (sanación tópica con plantas medicinales) por parte de un animal no humano.

Rakus, el orangután de Sumatra que se hizo viral por sanarse de una herida utilizando akar kuning (Fibraurea tinctoria), una liana trepadora del sudeste asiático que contiene berberina —un compuesto altamente valorado por la industria farmacéutica por sus múltiples propiedades analgésicas—, fue finalmente captado en cámara creando un emplasto con el que sanaría su herida en pocos días y haciendo desaparecer la cicatriz casi por completo en apenas un par de meses. Aquí puedes ver todo el proceso. 

Desde la perspectiva etnobotánica (ciencia que estudia las relaciones entre los grupos humanos y su entorno vegetal), cuanto mayor sea el número de culturas que reconocen propiedades medicinales en una especie botánica, más probable es que esa especie tenga una actividad fisiológica significativa. Si a esto agregamos el exhaustivo trabajo de múltiples biólogos y científicos de campo que han estudiado el uso de plantas medicinales por parte de animales salvajes, podemos esperar grandes avances en nuestro despertar a la farmacia viviente del planeta que habitamos.

 

* Adaptado de: Animal doctors: How do they heal themselves?
Fuentes: Salud salvaje: Cómo los animales se mantienen bien y qué podemos aprender de ellos (Cindy Engel) / Animal origins of herbal medicine (A. Huffman)

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